17 enero 2007

Llanfairpwllgwyngyllgo...

Explorando por tierras galesas he encontrado el pueblo con más letras del Reino Unido y el tercero del mundo: Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch ; que significa: "la iglesia de Santa María en el hueco del avellano blanco cerca de un torbellino rápido y la iglesia de San Tisilo cerca de la gruta roja" Por asociación de pensamiento he buscado el topónimo más largo del mundo que no pienso escribir aquí; se trata de Bangkok, Tailandia, pero al estar en desuso, el récord lo tiene:
Taumatawhakatangihangakoauauotamateaturipukakapikimaungahoronukupokaiw
henuakitanatahu, Taumata para los amigos, en Nueva Zelanda, que se traduce como: "La cumbre de la colina, donde Tamatea, el hombre con las rodillas grandes, conocido como el devorador de tierra, bajó, subió y engulló las montañas, mientras le tocaba la flauta su amada."
Las traduciones evocan a la naturaleza. Un torbelino rápido y una gruta roja son los lugares mágicos para las Iglesias del pueblo galés. Por otro lado, música y naturaleza neozalandesa. Al son de la música vibra el mundo, al son de la música te lo devoras, al son de la música vas algo más allá de las palabras.
No quiero ni pensar cómo será el gentilicio de estos pueblos.
Qué manía nos entra con nombrar todo, catalogar todo. No hace mucho estaba disfrutando de un color inmenso, de un olor que era yo mismo danzando por el universo, de... hasta que se acercó un amigo y me soltó: Es un roble. Era algo más que un roble, que una palabra...; nombrar es necesario, por supuesto, pero no siempre. Si observas sin nombrar ni catalogar, eres uno con lo observado. Todos hemos tenido momentos fantásticos sin palabras en la mente. En cuanto se nombra uno se separa del objeto observado.
La palabra es el instrumento del pensamiento junto a la imágen. De vez en cuando viene bien vacíar la mente de palabras; entonces aparece la energía. Cuando digo te amo no te amo. No hay palabra para lo nuevo, no hay palabra para la vivencia, el momento. En el momento que se nombra la vivencia, ya es pasado. La palabra no es la cosa. ¿Acaso la palabra silencio no refleja lo contrario si se nombra?
Por hoy, ya estoy más allá de ésta palabra.