22 abril 2024

De palomas y realidades

Luis estaba emocionado con la novedad de las palomas el día de su cumpleaños.

-¡Mira mamá, mira! –gritaba emocionado –¡Vienen a saludarme!

Su madre sonreía hasta que la realidad hizo su entrada triunfal. Una de las hermosas palomas que sobrevolaban a Luis, decidió depositar su regalo de cumpleaños en forma de excremento encima del jersey nuevo que su padre le había regalado.

Empezó entonces un concierto de llantos y gritos en sol sostenido con ritmos in crescendo que espantó a algunas palomas kamikazes que planeaban con peligro sobre sus cabezas.

Mientras Luis lloraba, quizá, y solo quizá, estuviera aprendiendo que la belleza de una paloma reside en su naturaleza y no en las expectativas sobre ella.

Sus padres tenían dos opciones; echar el grito al cielo (que se lo llevarían las palomas) sembrando una obsesión en el crío, o normalizar lo normal, jersey incluido. Es decir, que una paloma es una paloma y no un objeto de expectativas. ¿Qué función haría una paloma de la paz si se limitara a volar y no fuera a cagarse directamente en todas las guerras?



Nube Roja

Y ahí estaba yo, con mi sombrero de juguete, como si fuera el sheriff encargado de mantener orden en territorio comanche. Yo, que era incapaz de matar una mosca, que las rescataba del cruento destino del insecticida. Ahí estaba confundiendo mi vocación, que era ser un indio libre y vivir en las montañas como Nube Roja, fumar en pipa y transformarme en águila dentro de un viaje místico.

Y ahí estaba yo, veinte años después, ya sin armas, pero el sueño intacto de que no se podía comprar el cielo ni poner fronteras a la naturaleza. Todavía podía definir el susurro que hace una hoja al caer empujada por el otoño y correr como un bisonte por las praderas.

Y aquí estoy yo, en medio de fronteras y la compraventa de la biósfera. Las moscas se acuerdan de mí y me saludan como si fuera su rey. La imagen se ha adueñado de un mundo en el que se educa para convertir a las personas en personajes amoldados. Todavía revolotea el águila por mi cabeza y nadie puede poner parcelas en el cielo; aquí estoy recordando las palabras de Nube Roja: ¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento? Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia. Esto sabemos: La tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra.

Y aquí estoy yo, salvaje, mientras mi grito guerrero resuena en la jungla de asfalto.



06 abril 2024

Vacíos

En aquello que no escribo, habitan esas historias sin voz. Lo que anhela rugir en un silencio escondido. La presencia inevitable que esconde la ausencia. La posibilidad de desborde en un cuenco vacío. La luz que nunca se fue de mi presencia. En los huecos del tiempo se esculpe la forma y la forma es tan solo un eco del vacío.



29 marzo 2024

El tipo del espejo

De pronto, se encontró frente al espejo y observó que había envejecido. ¿En qué cuerpo estaba metido? Se dio cuenta que no debía ser el cuerpo, sino algo más.

Reparó que ya no subía las escaleras de dos en dos ni podía con más de una bolsa de la compra. Ni siquiera podía subir a su monte favorito sin una colección de resoplidos. Así que se dio cuenta que pensaba demasiado, con lo cual, tal vez no eran sus pensamientos los que lo definían, sino el tipo que los pensaba.

Por otro lado, se notaba más ligero. Le pesaba menos la cabeza y mira que era testarudo. Debía ser que estaba menos llena de pensamientos y más colmada de aceptación. ¡Solo era viejo el cuerpo! Cada día empezaba “ahora”  

En la neblina de la transitoriedad, caminaba con la espalda algo encorvada, pero sin ningún peso sobre sus hombros. Por fin se dio cuenta del gran misterio. La persona reflejada en el espejo no era él, solo era su cuerpo. Él era eterno.



21 marzo 2024

El fantástico mundo de las hipocresías

Para empezar, hablemos de la hipocresía más común: no creerse hipócrita. Es como si la sociedad se hubiera convencido de que es la única excepción a la regla. La hipocresía afecta a los demás, uno mismo es inmune por defecto.

Pasemos a las comidas de empresa y celebraciones varias, esos eventos donde las formas son más importantes que la relación real. Todos sonríen, pero en realidad están pensando: "¿Cuánto tiempo debo disimular antes de poder irme?" ¡Y no olvidemos los funerales! Incluso si no tienes ni idea de quién está en el ataúd, debes parecer afligido o serás etiquetado como insensible.

Hablemos de capitalismo y globalización. Al igual que este que escribe, ¿Ves ese teléfono móvil en tu mano? ¿Esa ventana portátil? Ambos son símbolos del capitalismo y la globalización que tanto criticamos. ¿No sería mejor callar mientras le damos buen uso?

También tenemos la libertad de expresión, ese concepto tan fantástico... ¡siempre y cuando estés de acuerdo con lo que se está opinando! ¿Disientes? ¡Prepárate para ser censurado por las mismas personas que difunden la libertad de expresión!

Sigamos con la obligación de manifestar con cara de bobos lo guapos que están esos renacuajos de unos meses susurrándoles tonterías incomprensibles.

Y qué decir de la educación en la competitividad. Ese teatro donde todos somos iguales, pero algunos más iguales que otros. Rivalidad encubierta.

Fomentamos espíritu de equipo mientras recompensamos a los que se ajustan al molde.

La hipocresía está en todas partes. Es como el oxígeno, invisible, pero omnipresente. Así que, la próxima vez que señales con un dedo, asegúrate de que no hay tres apuntándote. 



18 marzo 2024

La calma de no buscar calma

La preocupación se vuelve como un huésped no deseado cuando intentas desesperadamente desterrarla, así como la búsqueda obsesiva de la felicidad solo nos conduce al callejón sin salida de la frustración, porque intentar ser feliz descartando otras emociones es como pretender que un pez viva sin agua.

La verdadera tranquilidad se desvanece cuando la perseguimos con deseo. Es como tratar de mantener la calma en medio de un huracán; algo más propio de héroes mitológicos que de simples mortales

El momento, ese instante de gloria, se evapora cuando intentas capturarlo como si fuera una foto en Instagram. Estar presente en el acto y la emoción te convierte en el observador que siente, pero que puede observar lo que siente. Y la estupidez, sí, la estupidez que se aloja en la mente cuando tratas de conservar la fachada inmaculada del currículum, de la imagen; es como jugar al ajedrez con una paloma: no importa lo bien que juegues, la paloma va a tirar las piezas, ensuciar el tablero y darse por vencedora.

Nunca puedes ser lo que tienes, porque lo que tienes siempre puede cambiar más rápido que las opiniones de un político en tiempos de elecciones. Puedes usarlo, jugar con ello, pero no te identifiques con ello.

Aferrarse a una identidad y no aceptar la realidad es el inicio del sufrimiento. Pretender cambiar lo que jamás cambia y paralizar lo que siempre está cambiando es el camino más rápido para la ansiedad y el desasosiego.



16 marzo 2024

INDOMABLES

Mike deambula por el bosque harto de tantas tonterías que le toca soportar. Si se acerca al rebaño, éste se alborota; después de todo, un rebaño es una congregación de pensamiento uniforme, mientras que Mike va desaliñado como un rebelde sin causa. Jamás se molestó en tener una ideología ni la necesidad de identificarse. Tanto las manadas que habitan bajo el bosque como aquellas que dominan las altas montañas le menosprecian por ello. Su patria es el estiércol, la flor silvestre, un buen bocado, corretear, un buen meneo, vivir a su manera, la vida.

No busca favor a los poderes reinantes del bosque y ni siquiera se identifica con su apellido, linaje o todo lo que ha poseído. Pues Mike, cuando aparece la luna, sabe que no es Mike, su nombre es vida y aúlla libre como si no hubiera amanecer. Bajo los plateados reflejos y sombras que dibuja la luna llena, este lobo comprende su naturaleza salvaje, irreductible a la domesticación. El espíritu libre atrae almas libres, las sombras no existen, solo señalan que hay mucha luz. Es tan abrumador ser libre, incondicionado, desapegado e indómito, que algunos animales llamados humanos, prefieren estar domesticados. Un lobo no es un perro ni un tigre es un gato. 

07 marzo 2024

El viejo Aurelio pela borrajas en el porche mientras la tormenta murmura sus primeros avisos. Sus temblorosas manos, marcadas de cayos y manchas al mérito de la edad, recorren las hojas tiernas sacando finos hilos de verdura que caen al suelo como cuando caía en el ring de boxeo en sus tiempos jóvenes. Solo que ahora percibe mejor los colores, la intensidad, el olor a mojado, el sabor a derrota, el sonido del amor. Con 92 años, Aurelio, percibe menos deterioro de vida y menos decadencia en su mirada. Todo parece estar en armonía, en su lugar adecuado, en su silencio.

Las borrajas caen en el recipiente con agua mientras la tormenta grita fuertemente lanzando sus primeras gotas de vida. Pero Aurelio no se inmuta. Las manos de Aurelio pegaron duro, y la vida también le ha golpeado duro a él.

Sin embargo, en su vejez, no encuentra decadencia, sino una mayor conexión a la esencia misma de la vida. Cada momento lo absorbe con una intensidad renovada, sabiendo que levantarse siempre "valió la alegría", tal como solía decirle su madre. En medio del espacio y el silencio del porche, Aurelio encuentra su refugio, donde todo está en su justo sitio, donde la vida sigue su curso inexorable, y donde él, con cada borraja pelada, se sumerge más profundamente en el eterno fluir de la existencia.